Pensamientos escritos de Carmen Casanova

MIEDO A SENTIR Desde hace un tiempo observo un miedo generalizado a sentir, o a demostrar sentimientos. Quizás, miedo a vivir? Tremenda coraza social formada por miles de corazas más. Con soldadura de orgullos... De dónde vienen, a dónde van? Confunden sensibilidad con debilidad, llegar primero con ser el mejor, ganar más con mayor felicidad, y priorizar sexo por amor. Sólo satisface poseer materia, que se coge y se deja, antes de saber su valor real. Sólo importa poseer, cosa, animal o persona. Observo, que no se observa, que primero se actúa y después tampoco se piensa. Sobrevivir ya es alegría de vivir. Debería ser suficiente esa dicha. Utilizar los sentidos, observar los cambios y aceptarlos. Dar gracias por estar, por sentir, por vivir, y por saber que no estamos solos...

CUERPO Y DOLOR Cuerpo y dolor, dolor... A la mente adormecedor con ese dolor. A la mente anulas con ese dolor. A la mente aniquilas con dolor y más dolor... Laberinto sin salida. Cuerpo y mente unidos ante el dolor, contra el dolor... No hay nada más. Y, de repente, hablaste tú Alma mía. Que todo lo habías observado. Pero cuerpo y mente no se habían percatado. Alma agotada, cansada de oír gritar al cuerpo, y de ver la mente rendida... Decidiste tomar las riendas, a la mente darle abrazos. Y entre las dos al cuerpo darle esquinazo. El cuerpo aturdido, tardó en entender la tesitura. Y tuvo que dejarse llevar por la firme idea de locura. Hoy son tres en uno solo. Con el Alma que les guía... Al dolor ya no le temen, ahora sueñan y escriben poesías.

UN MINUTO Un minuto no es nada en toda una vida. Un minuto es largo si esperas... Es corto si lo gozas. Es eterno en un galopante palpitar. En un minuto todo puede cambiar. Se puede nacer o morir. Se puede besar, abrazar... Se puede la vida girar, En un sí o en un no... Se puede salir o entrar. Reír o llorar. Saludar o ignorar. Romper o crear. Mientras lo analizas, se van los minutos sin retorno. Se dan por entero, pero no miran atrás. Nunca serás más joven que ahora. Nunca será más pronto que ahora. Y este ahora, ya se ha ido. Una vez más... Ahora es más tarde que  cuando leíste el primer verso  de este poema... Este poema que te roba un minuto para decirte que los siguientes: son latidos y suspiros que no vuelven. Que no te esperan,  que salgas a buscarlos... Ahora.

Rodeada de montañas cuál espejo gigante Se reflejan en tí, aves y nubes... Gran laguna relajante. Fotografías atardeceres, días, noches y amaneceres. El cisne que nada. El pez que salta. El ave que aterriza. Son ondas dibujadas en tu calma...

Hijo de la lluvia y el sol, Con forma de media luna. A cielo abierto eres esplendor, Y las nubes te acunan. Mágico fenómeno De siete colores. En inglés Lluvia lleva tu nombre Coloreas las ciudades Con gran luminosidad. Tras la lluvia te buscamos. Abanderas la libertad.

Quisiera ser Pico de águila Que corta el aire. Que acompaña A esos ojos hechizantes. Avistando todo Sin encuadres. Ser libre y rápida En las alturas. Saludar a las nubes, Y mostrar mi hermosura.

Cuando el imponente Sol se acuesta, la elegante Luna despierta. Se saludan desde lejos y se miran con deseo. Estar juntos es su anhelo. Pero siempre se cruzan en el mismo cielo. Cada día sucede el mismo cortejo. Con las estrellas por testigo, de este amor incierto.

Cuando baja la marea y las rocas quedan desnudas... Se divisan los restos de su vida en la penumbra. Para los peces y otros animales son cobijo y guarida. Lo mismo ofrecen casa, que acumulan verde comida. En cambio, para el caminante, bajo el agua parecen nada. Pero cuando las olas se alejan de la bahía: Se descubre la ciudad mágica escondida.

Despierto y no sé qué hora es. Un reflejo desde el este me desvela el amanecer. Se diluyen las sombras, aparecen destellos cegadores. Alba tardía en el valle y rocío en las flores. Olor a café y tostadas concluyen el descanso. La tierra me espera, su cuidado es mi trabajo.

RAÍCES Tristes raíces  que invocan tu llanto, para que les nutra, y que les dé sustento. Raíces dormidas, esperan el beso que traiga agua tras un centenario. Raíces que se esconden y se enredan... Y otras que saludan  a las nubes. Las que quieren ser flores, por su belleza. Las que cruzan cauces, sacando fortaleza. Raíces vecinas de acuíferos comparten secretos, reparten nutrientes, se dan sin medida  y besan a sus nietos.