Tú, mi todo.

TÚ, MI TODO

Fue el rápido latir de tu corazón quien me confirmó fehacientemente de tu existencia.


Fueron esas pataditas 
las que en mi vientre siempre añoraré.


Todavía sin verte ya te amaba 
desde lo más profundo de mi ser. 


Y orgullosa me sentía 
de la protección recíproca que nos brindábamos.

Me llenaste de valor y de vida.


Pero, fue al verte cuando sentí 
que ya te conocía de antes, 
que nos habíamos visto en algún lugar.
Quizás en un mundo donde sólo era posible amar sin medida.

Fue la miel que brotó mágicamente de mi pecho 
la que calmó el llanto de tu dulce y cálido aliento.

Fue el calor de tu cuerpo 
el que grabó en el mío la fuerza del primer encuentro.


Y fueron mis ojos 
los que cayeron rendidos ante el fruto de mi ser. 

Desde entonces me quise más que antes,
pero siempre menos que a ti.

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