CON MIS DEDOS
CON MIS DEDOS
Vierto y me alimento
de la sangre derramada
de cada espina sacada.
De la luz que entra
a través de los huecos,
que quedan y no sellan...
Para dar espacio al oxígeno
que entra,
y los versos que salen.
Y las emociones guardadas y vividas
como nuevas,
de sangre fresca y renovada...
Entonces el cuerpo, más liviano,
más libre...
Desata sus cuerdas,
suelta sus cadenas y se deja llevar...
Absorto, feliz como el globo del niño.
Y las palabras fluyen
y flotan en el viento,
delante de mis pupilas
y enredándose en mi pelo.
No quedando más remedio
que cogerlas con mis dedos,
y suavemente apoyarlas en el papel...
Mientras yo sonrío.
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